Viktor se vuelve despiadado cuando se trata de conseguir lo que quiere. Jamás ha tenido que intentar tener a una mujer – hasta Karina. No le avergüenza admitir que ha estado obsesionado por ella durante el último año. Su conducta tímida y naturalmente sumisa lo pone duro, y le hace fantasear sobre ella de rodillas delante de él. Sabe que no puede ignorar lo que siente. Tiene que tenerla, aunque sólo sea por una noche.
Cuando finalmente la posee en todas sus maneras, Viktor se da cuenta de que no puede alejarse. Karina es suya, así ella se dé cuenta o no.
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